lunes, 25 de junio de 2007

Una entrada de diario

Bueno para darles la bienvenida a mi primer fragmento del diario de viaje, empiezo por presentarlo a él mismo. La realidad es que no hay uno solo, el primer día que escuché la tarea, me motivó tanto que como andaba por el centro compré una libretita pequeña y negra. Me resultó muy inspiradora ... pero solemne. Entonces todo lo que escribía tenía un cierto aire poético... pero pretencioso. Un poco artificial para mí. Entonces dejé que se mudara a un compartimiento de un pequeño cuaderno de color rosa, verde, azul, con flores. Es éste el que llevo sí o sí a todos lados. Tal fue el caso del sábado pasado. Fue un día bien particular: entre que hoy rendía y se me había acumulado todo el material para leer creí que no podía ir a lo que tenía previsto hacer. Sin embargo de frente a las adversidades, fui. Me quiero detener en las adversidades para lograr la correcta expresión de lo traumática que fue la decisión de haber ido. Un robo, casi imperceptible se había llevado aquello que tanto requería para salir el sábado, unos cuantos rollos de fotos. Se llevó el DNI también, y unos cuantos pesos. Pero para fortuna mía, no era esa mi mochila, sino que era de alguien me había ido a buscar aquello que necesitaba. Fortuna para mí pero realmente me compadecí.

Creí entonces que la señal era clarísima, debía quedarme a estudiar. Pero no hay nada que me de mas bronca que un día absolutamente soleado, despejado y frío... estando dentro de mi casa. Si hay momento para disfrutar del sol, es cuando hace frío. Sino, no tiene gracia. (No veo por qué tendría que explicar de nuevo que los extremos nunca son buenos.)

Es esto lo que me motivó a emprender el viaje: bronca. Contra nadie, contra el que se robó todos mis rollos, contra quien los descuidó, contra los que le restaron importancia y contra el que dejó la cortina abierta para que me despertara.

Afortunadamente todos llegamos tarde a la cita en el tren de barrancas. Un grupo de edades muy variado y con mucho en común. Íbamos al Tigre, un viaje que particularmente me gusta, porque es cerca pero relativamente lejos como para considerarlo un viaje extraordinario. Solo es excepcional porque lamentablemente uno no tiene el tiempo de hacer un viaje así todos los días, pero afortunadamente porque eso lo hace especial.

Un día más, una vez más, excepcional lleno de preguntas como “¿hay tigres aquí? ¿no eran acaso yaguaretes? ¿no eran estos cocodrilos? ¿no eran aquellos yacares?” y otras yerbas deliciosas.

Excepcional, fortuna, frío, sol y fotos, evitaron que la bronca hiciera un día capcioso.


Belén

1 comentario:

Anónimo dijo...

:)
q bueno que te mantuviste firme en ir!

Que decepción cuando uno se entera que en el Tigre no hay tigres jaja!
Bárbara *)