Problemas de comunicación
Hasta ahora he sido incapaz de hacer de esto un verdadero diario (la parte publicable). Demasiado pudor. Demasiado orgullo. Demasiada humildad. Demasiado temor a las risitas de mis amigos, de mis enemigos; a herir; a revelar cosas, mías, de otros; a hablar de lo malo que parece bueno y viceversa; de lo que me aflige; de lo que me alegra; de lo que vanamente creo saber; de lo que temo no saber; de lo que observo; de lo que quisiera no observar; de mis libros; de mis proyectos; de mis sueños; de mi angustia; de mis visiones; de mi aburrimiento; de mis entusiasmos; de mi amor; de mis odios; de mis frustraciones; de mi digestión; de mi insomnio; de mis propósitos de Año Nuevo, de Mes Nuevo; de Semana Nueva; de Día Nuevo, de cada hora y de cada minuto que comienza; de mis amistades rotas; de la muerte de mis amigos; de mis problemas sin resolver con las comas (el estilo); de mis problemas resueltos con las comas (el estilo); de la lluvia; de los árboles; de las nubes; de las moscas cuando alguna me acompaña en mi cuarto para recordarme lo que nos espera; de mis afectos; de mi miedo a escribir y a no escribir; de lo que detesto en mis amigos, que son los que importan; en los restaurantes, en las reuniones, en las cenas formales; en los actos públicos, en los políticos (de otros países); en los triunfadores; en los perdedores; en la religión; en el ateísmo; en los funcionarios; en los colegas; en los que me miran; en los que no me miran; en las premiaciones; en los homenajes; en las condecoraciones; de lo que me gusta en los animales; de los niños que vienen a mi casa conducidos por sus padres a confesarse y a pedirme perdón porque en un concurso literario de su escuela ganaron el primer premio plagiando un cuento mío y desde entonces no han podido dormir y se han enfermado de culpa y arrepentimiento como si la cosa tuviera importancia; de fotografías de mujeres desnudas que se abrazan entrando a un coche en el Bois de Boulogne en la Colección Anatole Jakovsky; de mis influencias según los críticos; de mis influencias según yo, mías, recónditas, escondidas en lo más íntimo, como tesoros secretos e incompartibles, semillas germinadoras después de dos mil años, o casi, o más, amuletos contra el Mal o la negación de todo o la desesperanza; de mi perro que se pasó tres días encerrado en un pedazo de jardín haciendo el amor con la linda perrita que le trajeron y de la forma en que ambos corrieron el uno hacia el otro y empezaron a besarse en medio de gruñidos y muestras de odio que en realidad eran muestras de amor y de deseo que finalmente cumplieron hasta el hastío con la posterior partida de ella y la actitud de él durante dos días, extrañamente tranquilo, extrañamente inquieto, hasta que por las mañanas vuelve a ocuparse en perseguir sombras de mariposas sobre el pasto y bajo el fuerte sol de marzo teniendo a las mariposas en persona al alcance de la boca, de la mano o de la pata o de lo que sea, pero siempre tras las sombras, y él sabrá por qué y yo no pienso sacar de esto ninguna ridícula conclusión filosófica.
sábado, 26 de mayo de 2007
¡Hola a todos!
Finalmente, aquí estamos. Para inaugurar nuestro blog transcribo aquí abajo un fragmento de La letra e, el diario del escritor guatemalteco Augusto Monterroso. Espero que les guste.
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